Eso de que las máquinas se rebelen ya no sorprende a nadie, ni siquiera un frigorífico inteligente que rivaliza por el amor de una chica con un rapero pringado, algo así no puede ser otra cosa que una comedia más ligera que el aire y no un Terminator de esos del solemne juicio final, y justamente es lo que ofrece esta propuesta francesa, las carcajadas con las memeces propicias para escasas exigencias. Los gags pretendidamente gamberros no lo son tanto y a la postre la deriva le lleva al romanticismo previsible y más facilón que un reguetón, como esta misma rima. Floja pero inofensiva y no intenta engañar a nadie, hay que reconocérselo.
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