Después de estrenarse con "La bruja", Robert Eggers repite como director y guionista en esta película igual de incómoda que la antes mencionada, aunque haciendo uso de nuevos recursos para conseguirlo. Esta vez el terror psicológico, la soledad y la locura en general copan el protagonismo, enclaustrando a sus dos únicos personajes dentro, y también en la propia pantalla, ya que está rodada en formato 4:3 y en blanco y negro, lo cual enfatiza la sensación de agobio que alcanza a un espectador que puede acabar agotado tras casi dos horas de metraje. Y si bien es de alabar el excelente trabajo de fotografía, lo mejor sin duda son las brutales y excepcionales interpretaciones de Dafoe y Pattinson, el primero con una carrera consagrada, y el segundo demostrando que puede seguir el mismo camino.
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