Aunque podamos definir esta segunda entrega como una nueva temporada en realidad es prácticamente una nueva miniserie con ocho capítulos más, en los que solamente se mantiene el detective brillantemente interpretado por Bill Pullman, y alguna que otra referencia suelta a su caso anterior. La idea sigue siendo la misma, descubrir las circunstancias que han ocasionado el crimen inicial, y a partir de ahí adentrarnos en las motivaciones de los personajes interpretados por un reparto elegido con mucho atino.
De este modo, a través de revelaciones presentes, y muchas del pasado mostradas mediante flashbacks, iremos comprobando que nada es lo que parece, y cuando creamos que ya sabemos la verdad, todavía quedarán cosas por conocer. Un juego bien elaborado que en cada episodio introduce un giro sorprendente, justo para dejarnos con la intriga necesaria de querer ver el siguiente. Lo que de entrada parecía una excusa para aprovechar el éxito de la primera temporada, ha resultado tener identidad propia sin nada que envidiar al misterio de su antecesora
Mi puntuación: 7/10