Aprovechando el rol de buenazo que tan popular ha hecho a Jack Quaid en la serie The Boys han ido un paso más lejos para convertir una flaqueza de su personaje, no sentir dolor, en un superpoder, o mejor dicho, en la excusa para que le pase de todo físicamente y siga adelante como si nada. Si bien esta premisa de entrada resulta original, al final muchos de los héroes del cine de acción de toda la vida, sin tener esta patología, se han comportado como si los puñetazos, balazos o quemaduras que recibían no importaran demasiado, y la diferencia en este caso, es que su protagonista no goza de habilidades de combate, aunque todo sea dicho, se desenvuelve muy bien. Así que la gracia real es asistir a cómo una persona de a pie, temerosa, torpe y que cae bien, se enfrenta a unos malotes con una buena dosis de humor e ironía, con secundarios de relleno funcionales y una duración un tanto excesiva, error habitual hoy en día de este género, del que no aprenden.
Mi puntuación: 5/10