En un único escenario tres personajes se enfrentan a la supuesta presencia del diablo y el espectador a la espera de que pase algo, lo que sea, pero que pase. Las posibilidades se diluyen como un azucarillo con el transcurrir de los minutos, apenas ochenta, y las limitaciones presupuestarias no se resarcen con demasiada creatividad. Intentos es lo que hay, de crear clima, tensión y expectativas, y se quedan ahí, en el intento. Pero lo que evidencia este thriller de terror es que ha costado cuatro centavos, que es un producto humilde y que el tedio aparece más que el maligno. Y que es una opera prima, eso también se ha de tener en cuenta.
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