Thriller de humor surrealista es lo que propone la cinta del gabacho Quentin Dupieux, siguiendo la estela de los Buñuel, Jacques Tati, Monty Python y Zucker y Abrahams -creadores de Aterriza como puedas y similares- y otros preceptores del absurdo. Esta clase de historias, si poseen un mínimo de ingenio, son muy bien recibidas por el público mayoritario por su carácter universal, pese a los giros locales en cada ocasión. Nosotros no somos reticentes a este género ni tampoco unos incondicionales, y podemos decir que en esta ocasión nos hemos reído pero no a mandíbula batiente pese a su escasa sutileza y la abundancia de gags directos. Hay que verla con predisposición, si no mejor abstenerse.
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