La mala leche innata, y sobre todo cuando vas al volante, es algo habitual, preocupante y en el caso de esta producción holandesa, muy peligroso. Este es el punto de partida de una película que no inventa nada nuevo dentro del subgénero de asesinos en serie más allá de darle una cierta cotidianeidad a unas acontecimientos que logran transmitir un alto grado de tensión en muchos momentos, aunque perdiendo fuerza y ritmo progresivamente conforme se acerca al epílogo. Las interpretaciones, así como la realización son simplemente correctas y funcionales, por lo que cualitativamente cumple con los requisitos mínimos requeridos para que todo aficionado a los pyschokillers la vea sin creer que ha perdido el tiempo.
Mi puntuación: 5/10
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