La honradez no siempre se premia, toda buena acción tiene su castigo correspondiente, es la dura realidad que refleja esta película iraní en un parsimonioso realismo cotidiano, el ejemplo concluyente de que el ser humano es parecido con independencia del lugar donde haya nacido, su religión o color de piel, al fin y al cabo, la esencia del comportamiento es común, todos la compartimos. Una historia llevada a la pantalla con ojo crítico y trufada de patetismo, cuyo mayor acierto es saber ir desde la euforia a la vergüenza y desde la generosidad a la ira sin que parezca artificial, en un bucle kafkiano tan creíble como inimaginable.
Puntuación @tomgut65: 7/10
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