Un drama itinerante en un autobús, en el que una madre y su hija airean sus diferencias tras largos años de tenerlas agazapadas y con esa locuacidad que tan bien se les da a los argentinos, en una película que podríamos denominar como demonios familiares sueltos, un género muy extendido pero no clasificado con el que es fácil identificarse, porque podemos entender que el pasado, la vejez y las frustraciones formen una podredumbre muy tóxica que se acumula por los rincones de un hogar hasta matarlo. Son apenas ochenta minutos en los que no hay descanso, un excepcional esfuerzo interpretativo de las actrices, Valeria Lois y Rita Cortese, pero también un esfuerzo de los espectadores para asumir que algo de la pantalla también se refiere a ellos mismos.
Puntuación @tomgut65: 6/10
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