Lo inevitable es el fin del mundo, el apocalipsis, el Juicio Final, vamos, que de esta no se salva ni el Tato, el tan cacareado acabose que con frecuencia anuncian iluminados de sectas estrafalarias por todo el globo terráqueo. Una atmosfera cataclísmica que el argentino Fercks Castellani lleva adecuadamente por guion, actores y estética -el trabajo del director de fotografía Eduardo Pinto es excelente-, hasta que en las postrimerías se le viene una mijita abajo el armazón, pese a colocar algún que otro giro de los que epatan a la concurrencia. Con todo, propuesta airosa y de muy buena factura, aprovechable y meritoria en todas sus partes.
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