Las apariencias engañan: ni los señores de la casa son perfectos, ni la niña tiene visiones enfermizas, ni la nueva criada es tan bobalicona. Lo que si queda claro es que los tailandeses se las gastan a lo grande, le pegan un volantazo al guion -óptimo como base argumental de un folletín particularmente truculento- de tal cariz que se podrían dar palmas con las orejas. Es más, el espectador listillo adivinará fácilmente por dónde va la función hasta el segundo capítulo, de los tres en que se estructura la cinta, pero de ninguna manera será capaz de imaginar el desbarre del tercero. Si tienen la oportunidad de verla no se sientan culpables si se lo pasan pipa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Muchas gracias por comentar!
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.