Despiadada producción neozelandesa que no se anda con rodeos en ningún momento, más allá del que dan para volver a casa en la oscuridad, y que si bien impacta por la historia de fondo, es la crudeza de las imágenes y la sequedad de sus personajes lo que más hondo cala. Otra baza es el trabajo de su cuarteto protagonista que poco a poco va desgranando los personajes mediante sus convincentes interpretaciones y una revelaciones argumentales, que si bien no acaban desvelando todos los hechos ni justifican ciertos comportamientos, sirven para mantenernos en vilo durante los tensos y agrios noventa minutos que dura.
Mi puntuación: 6/10
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