La fe mueve el mundo, la fe en lo ordinario, en superar el día a día con el deleite de los pequeños detalles cotidianos, encontrar lo bello entre lo superfluo e insustancial, una forma de reencontrar a Dios para los que lo han perdido. Es lo que nos viene a decir esta película tras una primera mitad centrada en un posible caso de posesión demoníaca en un convento, pasar en un plis plas de un exorcismo a una crisis vital en un cambio radical de discurso que desorienta al más pintado es el gran acierto de esta propuesta harto inusual; enlaza terror y reflexión, espectáculo e inteligencia sin mezclar conceptos y dejando un agradable sabor de boca.
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