El neorrealismo renace y se reinventa en este largometraje, que empieza siendo solamente una historia costumbrista, pero que evoluciona hacía lo fantástico de un modo muy orgánico y fascinante. Y es que en realidad estamos ante un cuento de hadas que resulta ser todo un alegato sobre la bondad humana, representada por un hipnotizante y encantador Adriano Tardiolo, quien consigue robarnos el corazón y arrancarnos alguna que otra lagrimilla. Una pequeña joya que trata temas universales con los que todo el mundo se identificará, e inevitablemente, emocionará.
Mi puntuación: 8/10
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