Largos planos en los que apenas pasa nada y planos cortos en los que pasa muchísimo. Esta es la dinámica de una cinta difícil de catalogar en un solo género; se le podría llamar un drama de fantasmas, pero va más allá de etiquetas y lo que tenemos realmente es un poema de hora y media que necesita pocas palabras para hablarnos sobre la perdida ajena y propia y sobre los mecanismos que mueven a las personas y el universo. Todo suena muy grandilocuente, pero el modo en que su director lo afronta es cercano e inteligible, y aunque su dúo protagonista sea llamativo, son lo de menos, ella sale más bien poco y él está cubierto con una sábana casi toda la película, de este modo podemos centrarnos en lo realmente importante, su brillante guión ejecutado con maestría.
Mi puntuación: 8/10
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