sábado, 15 de septiembre de 2018

La Tierra contra los platillos volantes

La Segunda Guerra Mundial y la de Corea aún estaban recientes en la memoria colectiva norteamericana, y las tensiones de Occidente con el Telón de Acero se hallaban en plena escalada. En 1956, y en este contexto, la película que nos ocupa es un ejemplo más, y hay muchísimos, del contagio de la paranoia bélica de la sociedad al cine. No son los soviéticos los invasores si no los extraterrestres, pero el sustrato subyacente era ese. Aparte de estos márgenes históricos la cinta de Fred F. Sears es una más que competente obra de ciencia-ficción, comercial y entretenida para el público de su momento, pero también estimable para el espectador contemporáneo como muestra de la evolución que el género emprendía y, a la vez, eminente por los efectos especiales elaborados por el genio del stop motion Ray Harryhausen, y al que rendimos pleitesía desde estas líneas.

Puntuación @tomgut65: 6/10





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