Apuesta de muy altos vuelos la de HBO al intentar posicionarse en el mercado del streaming hispano. Para ello ha puesto en manos de Álex de la Iglesia, el insigne director patrio, todos los medios -presupuestarios, técnicos, artísticos, publicitarios- que requerían un envite de tal calado, y el resultado es cuanto menos espectacular. Los ocho episodios muestran la enorme capacidad de la industria cinematográfica española para afrontar con éxito proyectos tan ambiciosos como el que nos ocupa. Talento y profesionalidad hay de sobra, a pesar de la crisis eterna en la que pervive este sector, pandemias aparte, y la escasa autoestima que nos caracteriza. Hay que congratularse, y mucho, con vistas al presente y, sobre todo, al futuro.
Queda claro que el director vasco ha disfrutado a lo grande con el caro juguete que le han dado, se percibe minuto a minuto, a la vez que deja patente el enorme trabajo que hay detrás. Por si fuera poco, el cuarteto protagonista sabe estar a la altura: Eduard Fernández lo borda en su papel de cura endurecido, Megan Montaner no le va a la zaga en fuerza y convicción, Macarena Gómez como siempre ajustada en su peculiar registro de fragilidad/ímpetu, y Miguel Ángel Silvestre sorprendiendo al personal en una contradictoria ambivalencia entre su potente presencia física y el endeble temperamento, a priori, del personaje. Todos los aspectos que hemos mencionado en estas líneas funcionan a la perfección, sin dejar de incluir la estupenda banda sonora de Roque Baños, pero hay "peros", casi siempre los hay, y los hallamos en el guion. Exiguo sentido del humor, aunque se prestara a ello tanto bicho del averno, maldiciones, posesiones o conspiraciones vaticanas, alargamiento y repetición de situaciones y recursos argumentales que podrían ser menos evidentes si se hubiera dejado la serie en menos capítulos y, algo que suele pasar en el género, absurdos e incoherentes comportamientos de los personajes.
En fin, lo de siempre. Y otro "pero" se lo ponemos a la entrega final, por momentos excesiva, por momentos estirada que sirve menos de epílogo y más de prólogo de la temporada siguiente. Una vez más, lo de siempre. Mensaje final para nuestros dilectos lectores: no hagan caso a nuestras manías fundamentalistas, véanla y gócenla sin darle más vueltas..
Puntuación @tomgut65: 6/10
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