El Parlamento de Taiwán aparece con frecuencia en las noticias por la afición de sus miembros a las artes marciales; cuando se hartan de la dialéctica verbal recurren a la dialéctica de las tortas y los mamporros como un Chuck Norris cualquiera. Desde allí mismo nos llega una película zombi que, partiendo de esos sucesos ya convertidos en tradición, se dedica a carcajearse de todo su sistema político. Y no es para menos, unos abnegados diputados comiéndose literalmente unos a otros es una buena forma de crítica feroz y, a la par, de diversión a raudales. Deformación disparatada de la realidad y mucha acción, no hay más que pedir ni esperar.
Puntuación @tomgut65: 5/10
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