Varias ideas y conceptos se conjugan en esta cinta de terror austríaca: zombis, maldiciones, psychokillers, amistad, supervivencia... Una combinación que funciona a trancas y a barrancas, en la que predominan las imágenes sobre las palabras y el diálogo. Este método narrativo, tan válido como cualquier otro, es manejado con escasa pericia hasta llegar a crear desconcierto sobre lo que sucede y por qué sucede, todo queda al albur de la comprensión del espectador y a su interpretación personal. Quizá el guion debería haber pasado más tiempo de cocción antes de ponerlo sobre la mesa, los ingredientes y la olla son adecuados pero el guiso ha quedado poco hecho.
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