Cary Grant e Ingrid Bergman dirigidos por Alfred Hitchcock. De entrada esto ya es un diez, aunque algunas licencias argumentales le restan un par de puntos. El primero por un repentino enamoramiento en cuestión de minutos; el segundo debido a una escena donde sus protagonistas son excesivamente ineptos. Aclarado lo negativo, todo lo demás es sobresaliente, desde la mezcla sublime de thriller psicológico con romance y espionaje hasta las brillantes interpretaciones, no solo de la pareja principal, sino también del resto de un reparto que brilla con luz propia dentro de una trama oscura y acongojante. Y lo mejor el epílogo, lleno de una tensión cortante que provoca nerviosismo trascendiendo la pantalla y que cierra la película de un modo tajante, como solo los grandes clásicos saben hacer.
Mi puntuación: 8/10
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