Cine de miedo que destila el halo de los clásicos de antaño, en primer lugar por el uso del blanco y negro, y ante todo por su capacidad de causar terror sin necesidad de sustos forzados, muertes explícitas o subidas de volumen repentinas, sino a base de profundizar en los demonios interiores de sus personajes y mostrando situaciones extremadamente inquietantes. La excelente fotografía y la calma con la que todo está narrado consiguen que tengamos un escalofrío permanente en el cuerpo mientras asistimos a este corto pero intenso largometraje. Porque si una palabra define bien esta película es perturbadora, y para que nos vamos engañar, nos encanta que lo sea.
Mi puntuación: 7/10
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