Blake Edwards se
salió de la comedia para rodar este irregular thriller policíaco que gozó de un
gran prestigio desde su estreno, y no faltan razones para ello. El comienzo
promete una gran intriga cuyo desarrollo, a partir del segundo tercio, decae para
remontar en el tramo final. Todo ello con un enfoque realista, unas
interpretaciones contenidas y un guion que no profundiza en los personajes
innecesariamente. En definitiva, resultado más que correcto pero lejos de la
maestría que Edwards demuestra en “Desayuno con diamantes” o en la prodigiosa
“El guateque” y que pusieron en lo más alto al desaparecido director.
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