Vuelven los Warren con otro caso basado de nuevo en hechos reales en una tercera parte que sigue los derroteros más animados y menos creíbles iniciados en la anterior entrega. Ahora priman las escenas de acción, llenas de golpes y carreras, disminuyendo el grado de terror considerablemente, aunque por supuesto el miedo sigue estando muy presente, con un par o tres de momentos que pondrán de los nervios al espectador más aguerrido. Como no podía ser de otro modo es su pareja protagonista, y la buena sintonía de la que goza en pantalla, lo mejor de un largometraje que sirve para pasar un buen mal rato y que además nos abre los ojos a unos acontecimientos verídicos de los que vale la pena seguir informándose tras los títulos de créditos si queremos sentir algún que otro escalofrío extra.
Mi puntuación: 5/10
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