Dejar ir a un ser querido es una de las cosas más complicadas a la que un ser humano debe enfrentarse en la vida, y esta producción canadiense rodada en Japón convierte este sentimiento en algo prácticamente literal y casi tangible, eso sí, narrado de un modo que se mueve entre lo metafísico y lo onírico. De esta manera, y como si del mismísimo Dante se tratara, su protagonista debe adentrarse en el más allá para encontrar y liberar a su hermana gemela, en un viaje espiritual filmado con un estilo casero aunque efectivo, en el que prima la belleza de las imágenes por encima de las palabras durante sesenta y pocos minutos de justa y necesaria duración.
Mi puntuación: 6/10
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