Un hotel cualquiera se convierte en un pesadillesco pasaje del terror para una familia estándar durante una noche en la que los sustos se suceden sin descanso, y el horror aumenta exponencialmente con el paso de los minutos, lo cual se acentúa gracias a la frágil presencia de un indefenso bebé y a una claustrofóbica ambientación. Precisamente la puesta en escena es lo que más brilla en esta oscura producción que logra acongojar, por decirlo con suavidad, al espectador casi tanto como a su atormentado y excepcionalmente interpretado dúo protagonista. No diremos a que otra mítica película nos recuerda, pero goza de la suficiente identidad propia como para merecer ser sufrida/disfrutada por sí misma.
Mi puntuación: 6/10
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