Drama judicial basado en hechos reales, con materias de profundo calado como la pena de muerte, el racismo, la pobreza y la marginalidad en la norteamérica profunda. Cuestiones que, indudablemente, dan enorme empaque argumental a cualquier película, aún más si se procura dar un mensaje diáfano, directo. Porque estremece tal cúmulo de injusticias a finales del siglo XX, incluso ya bien avanzado el XXI, en una sociedad que se pretende moderna y democrática. Todo el discurso y su contenido quedan meridianos, como debe ser. Por lo tanto bien el contenido, otra cuestión es el continente. Como obra cinematográfica tiene un poco de todo: un poco larga, un poco rutinaria y con interpretaciones un poco sosas, quizá debido a poner un poco el freno de mano para no dramatizar en exceso. Pero no importa, llega a tocar la fibra sensible de cualquiera, por eso le damos por cumplida la misión.
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