Millonésima adaptación de una novela de Stephen King y revisitación, además, de la versión cinematográfica de 1989. En esta traslación la maldad se percibe, vemos que está ahí, pero no se respira, no empapa ni contagia, tampoco cuando se hace evidente al entrar en escena de forma directa, algo que sí alcanzaba con mayor fortuna la película anterior. Este tipo de historias requieren jugar con el clima malsano y provocar una sensación de inquietud al espectador, no basta con los consabidos trucos y sustos previsibles que no van más allá del mero artificio. Todo lo demás es correcto, profesional pero carente de entidad propia. Como suele decirse, para este viaje no se necesitan alforjas.
Puntuación @tomgut65: 4/10
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