Multitud de ideas ajenas, e incluso propias, usa el director y guionista Drew Goddard en su segundo largometraje, que pese a la falta de originalidad en lo que nos cuenta, consigue hacerlo funcionar gracias a un excelente e intrigante desarrollo de personajes. Y es que mientras se mantiene el misterio el espectador queda atrapado desde el primer minuto en una historia narrada de un modo bastante clásico, fácil de entender y llena de giros continuos. Por desgracia, una vez reveladas todas las cartas, lo que queda es un mero y previsible trámite que culmina una película, que a pesar de dura casi dos horas y media, resulta muy entretenida.
Mi puntuación: 6/10
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