Sencillez y talento son las palabras que mejor definen esta película. Sencilla era la vida de la pintora Maud Lewis, que sufría artritis reumatoide, lo cual no le impedía ser una feliz soñadora con un gran talento. Y precisamente Sally Hawkins demuestra su talento como actriz interpretando a esta mujer única, de un modo dulce y tierno, aunque también con una enorme fortaleza interior que plasma en pantalla a la perfección. Un siempre correcto Ethan Hawke la acompaña en una singular historia de amor que nos sirve para conocer mejor como vivió, quien era y de que manera Maud se sobrepuso a todos los impedimentos y prejuicios que la acechaban. Aunque pueda resultar algo ñoño a cierto tipo de público, es un tipo de cine cercano que conmueve al espectador sin hurgar en el drama y en el que los personajes acaban haciéndose en hueco tu corazón.
Mi puntuación: 8/10
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