Tan atípico como convencional es este largometraje japonés que se mueve cómodamente entre la comedia, el drama y la fantasía, y que además goza de un contexto histórico relevante. Con tanta variedad de géneros uno esperaría una película confusa o grandilocuente, pero nada más lejos de la realidad, ya que estamos ante una obra íntima, rodada en su mayor parte en un único escenario, donde una solitaria madre ayuda a que su hijo alcance la madurez "espiritual". Quizá le sobren algunos minutos en los que la historia parece no avanzar, pero se compensa con creces gracias a algunas escenas especialmente tiernas y emotivas.
Mi puntuación: 6/10
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