Si Nacho Vigalondo hubiera nacido en Australia quizás Los Cronocrímenes se habría parecido a esta película de ciencia ficción en la que un hombre pretende arreglar una relación amorosa usando una máquina del tiempo. Sólo con tres actores y un hotel abandonado el director consigue dotar a la película de un ritmo trepidante como si de una comedia de confusiones se tratara con momentos divertidos, desfasantes e incluso absurdos. Al final el nivel de confusión es tal que debes confiar en que las piezas del puzzle que te han mostrado encajen, lo cual te incita a ver este largometraje de nuevo para comprobarlo.
Mi puntuación: 6/10
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