Sorprende
ver a Kevin Smith dirigiendo y escribiendo el guión de un thriller de terror, y
aunque obtuvo el premio a la mejor película en Sitges 2011, creo
firmemente que debería volver a sus orígenes y dejarse de experimentos. En este
caso ha cogido un hecho real de fanatismo religioso y lo ha convertido en una
historia que navega entre varios géneros pero que no encuentra su rumbo,
convirtiendo rápidamente el interés y la intriga iniciales en un despropósito
tras otro. A pesar del manifiesto tono crítico e irónico que caracteriza la película,
debo decir que su faceta antirreligiosa tiene más gracia cuando se la toma
menos en serio.
Mi puntuación: 4/10
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