Pocas cosas podemos destacar de esta previsible y poco original cinta de terror que se adentra como tantas en el manido subgénero de las posesiones sin aportar nada novedoso y haciendo uso en su mayor parte de la ya cansina cámara en mano. Las actuaciones son lo poco que se salva gracias sobre todo a una emergente Olivia Cooke que despunta como chica supuestamente poseída. Al menos el final, a pesar de ser tópico a más no poder, nos despierta de nuestro letargo subiendo el nivel de una tensión que ha estado prácticamente ausente durante todo el metraje.
Mi puntuación: 3/10
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