Drama con niño de por medio, si se hace bien no hay humano que resista la emoción y esta cinta británica lo hace de notable. El esfuerzo por eludir la tragedia elemental o la lágrima fácil es considerable, aunque ambas se hallan presentes, porque la historia de un hombre a las puertas de la muerte en busca un buen hogar para su hijo se presta a tragedias y lágrimas. El mérito está en obtener solidez y credibilidad en todo momento sin dar rienda suelta a tanta previsible emotividad. Y es que el pequeño desborda naturalidad y James Norton, en el papel del progenitor, resignación ante lo inevitable al mismo tiempo que plena certeza de cuál es su cometido durante el tiempo que le queda. La fragilidad de la vida y el rastro que dejamos al irnos nos interpela y conmueve hasta provocarnos un nudo en la garganta. Cada vez hay menos películas que logren hacerlo.
Puntuación @tomgut65: 7/10
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