Los animales no hablan, cantan o bailan, una verdad de Perogrullo que la Walt Disney se ha obstinado en cargarse desde hace décadas. La realidad nos la evidencia el cineasta polaco Jerzy Skolimowski con EO, un burro criado en un circo que acaba vagando por el mundo. Un cuento, parábola o fábula, tanto da la denominación, animalista en el que nuestro borrico es testigo involuntario de la condición del ser humano: cruel y violento a veces, otras amable y compasivo, pero siempre imprevisible. El animal de hablar, cantar o bailar nada de nada, lógicamente, bastan sus ojos brillantes de inocencia para que captemos el mensaje. Es un modo óptimo de transmitir amor por los animales y la naturaleza sin cargar las tintas en el apocalipsis ecológico o la denuncia de manual. La mirada de EO no deja indemne a nadie por muy endurecido que tenga el corazón de urbanita.
Puntuación @tomgut65: 6/10
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