Las piezas que componían la primera temporada, distribuidas en tres líneas temporales diferentes, al fin encajan en esta segunda donde sigue habiendo varios hilos narrativos, pero distanciados en el espacio y no el tiempo. Ahora el reto para el espectador es recordar los hechos ya narrados, poner cara a los rebuscados nombres de los personajes, ya sean nuevos o veteranos, y entender los conceptos fantásticos con los que nos deleitan brujos, hechiceras, monstruos, elfos y un largo etcétera de seres místicos.
Tanta parafernalia en realidad solo sirve como adorno de una trama que en realidad es bastante sencilla, una guerra por aquí, una relación paternofilial por allá, mucha venganza y sentimientos reprimidos y un no parar de acontecimientos que hacen de esta serie un rabioso entretenimiento. Todo ello aderezado, en cada uno de sus ocho capítulos, con espectaculares luchas que han mejorado en calidad, y seguramente en presupuesto, respecto a su antecesora. De este modo Henry Cavill se consolida como un convincente, imponente y carismático Geralt de Rivia, sin que ello empañe el espléndido trabajo de sus dos compañeras de reparto, cuyos personajes rebosan fuerza y siguen evolucionando mientras se prepara el terreno para algo que se intuye realmente épico.
Mi puntuación: 6/10
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