Partiendo de una idea absolutamente inverosímil, lo que le sigue resulta aún más descabellado, un "tour de force" para que las pulsaciones de su protagonista estén lo más aceleradas posibles, algo que consigue a base de tiroteos, peleas, drogas, persecuciones e incluso sexo en público. De esta vorágine adrenalínica se beneficia un espectador que permanece en estado constante de nerviosismo mientras se asombra con unos hechos que apenas tiene tiempo de asimilar, todo por obra y gracia de un Jason Statham que se siente como pez en el agua repartiendo estopa y partiendo bocas como solo él sabe hacer.
Mi puntuación: 6/10
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