El título de este clásico se podría complementar con "y disección de un juicio", ya que durante casi tres horas, la inmersión en el caso que centra la trama es absoluta, indagando sobremanera en acusados, acusadores y defensores, todo ello desde el punto de vista del abogado perfectísimamente interpretado por James Stewart, y acompañado de un reparto de altísimo nivel. Este enfoque fragmentado de la realidad hace que en ningún momento veamos los hechos a juzgar, por lo que el espectador se convierte en jurado, y la intriga de lo que es verdad o mentira se mantiene en todo momento, convirtiendo el juicio en un juego donde tienen cabida el drama, la comedia y la tragedia, con un explícito lenguaje impactante para la época. Sin duda un imprescindible referente dentro del subgénero judicial.
Mi puntuación: 8/10
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