Holanda, tierra de tulipanes, quesos y futbolistas es, además, puerta importante de entrada y salida en Europa de drogas y armas. De este submundo surge la figura de Stanley Hillis, un delincuente de medio pelo elevado a las cumbres criminales durante los años ochenta y noventa del siglo anterior. Cuatro capítulos que muestran su ascenso, el continuo juego del gato y el ratón que mantuvo con la policía durante casi dos décadas, y su caída en desgracia ante sus propios cómplices. Por cierto, todos ellos muy aficionados a pasar las vacaciones por el sur de España.
Miniserie desarrollada en saltos continuos de tiempo -se alternan flashbacks con flashforwards- y escenarios, en los que presenciaremos las indagaciones policiales y las maniobras, muchas veces ilegales, que las autoridades llevaron a cabo durante años. Todo el tiquitaca entre el prota y sus perseguidores se muestra con un elevado tono realista y con una fuerte carga crítica por la inoperancia del Estado neerlandés a la hora de controlar su territorio, una denuncia directa de la burocracia y la falta de colaboración entre las distintas unidades de investigación. Entretenida, aunque nadie espere hallar acción trepidante o intrincados líos conspirativos, bien ambientada en los ochenta y noventa y, sobre todo, un retrato interesante de los bajos fondos de los Países Bajos. Una curiosa alternativa a tanta producción netfliniana, amazónica y hachebeónica.
Puntuación @tomgut65: 6/10
Ya disponible en Filmin: https://www.filmin.es/serie/stanley-retrato-de-un-criminal
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