El estrambótico estilo fílmico de Javier Fesser visto en sus primeros cortos y reafirmado en El milagro de P. Tinto, encaja con el absurdo espíritu de los tebeos del maestro Ibáñez, incluso el reparto da el pego físicamente dentro de una puesta en escena que recrea con acierto las viñetas originales. ¿Entonces qué falla? En primer lugar las constantes, elevadas e innecesarias palabrotas, junto a algunas bromas sexistas, que alejan al público más joven y que no son fieles a los cómics que siempre hemos leído los fanáticos de Mortadelo. Tampoco ayuda una trama muy dispersa que a los pocos minutos se torna anodina y redundante llena de agotadores personajes secundarios que roban el protagonismo a quienes deberían tenerlo realmente. Por suerte Fesser supo compensarnos con creces posteriormente mediante la animada y maravillosa Jimmy El cachondo.
Mi puntuación: 4/10
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