El tiempo vuela en el mundo real, y aún más en esta serie inglesa que nos tiene más que enganchados desde sus tres primeras temporadas, y que en su cuarta entrega nos explica nada más y nada menos que la tumultuosa década de los ochenta en la que tendremos dos referencias mayúsculas que ya empezarán a resonar en nuestra propia memoria: Diana de Gales y Margaret Thatcher. Ambas son potentes íconos culturales por distintos motivos y ambas están representadas de maneras tan contrapuestas como eficaces.
En primer lugar tenemos casi un clon físico de Lady Di, con escenas en las que no se puede distinguir el personaje de la persona, y cuya interpretación poco importa, ya que nos ha entrado por los ojos para hacernos creer quien dice ser que es. Por otro lado está Gillian "Dana Scully" Anderson, a quien es complicado identificar con alguien tan cuadriculado como la Dama de Hierro, y que aún así se impone con su sólida actuación a las evidentes diferencias visuales. El resto del reparto principal sigue siendo el mismo de la anterior temporada, familiar, confiado y anodino por momentos, con poco que aportar ya que quedan eclipsados por las tramas de las nuevas incorporaciones. Por suerte surgen pequeñas historias que no conocíamos o diálogos espléndidos que compensan una presunta estabilidad narrativa que sienta las bases de una inminente tormenta que descargará toda su furia para hacer tambalear los cimientos de la mismísima familia real británica.
Mi puntuación: 6/10
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