Encontrar una comedia que simplemente te haga reír a carcajadas es misión harto complicada, y hoy en día prácticamente imposible. Por eso hay que viajar al pasado y descubrir pequeñas joyas como la que nos ocupa, donde el objetivo es llevar al extremo a unos personajes histriónicamente interpretados con la única intención de sonsacarnos una sonrisa tras otra. Esto sin duda lo consigue con creces gracias a una estática y teatral realización que ordena visualmente una alocada acumulación de sucesos en un verborreico y acelerado guión que hace del absurdo su mayor virtud, y que quizás muchos cataloguen de ingenuo, aunque poco tiene de eso si escarbamos en su oscuro trasfondo. Sea como sea, al final lo que cuenta es el buen cuerpo y la alegría que deja en el espectador tras verla, y si por algún extraño motivo no ha provocado esta sensación en ti, siempre podrás tomarte una copita de vino para quitarte las penas.
Mi puntuación: 9/10
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