Más de lo mismo, como la primera funcionó bien en taquilla para qué cambiar de fórmula y método. Así pues, un calco con nada de sorpresas, salvo las agradecidas apariciones de Danny DeVito o Danny Glover, y reiteración en las chanzas y en los gags ya gastados en la previa. Hay buenos momentos de acción y abundantes efectos infográficos como se supone ha de ofrecer, pero el nivel de diversión es inferior, no se aportan nuevos alicientes o ideas. Es, pues, una secuela rutinaria, digna pero carente de una sustancia que si lograba a duras penas el Jumanji anterior. Tampoco pretende engañar a nadie, el público poco exigente que acuda a verla se encontrará con lo que espera, un producto de consumo y olvido acelerado.
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