Epopeya espacial a la mayor gloria de Brad Pitt, con ínfulas a lo Terrence Malick y/o Stanley Kubrick y su inevitable 2001: Una odisea del espacio. Estos condicionantes no tienen que ser, y de hecho no son, algo nocivo que incline la balanza hacia lo negativo, es más, le aporta un aire atractivo al recoger acertadamente las dos claras referencias que hemos mencionado. Es efectivamente presuntuosa, con esa voz en off omnipresente del protagonista describiendo sus pensamientos y recuerdos, predecible, fría y lenta a más no poder, pero también con un gran poder de sugestión sustentado en el deslumbrante apartado técnico, que recrea el espacio a la perfección, en una visión del infinito que aúna el miedo a lo desconocido y el inagotable afán humano de explorarlo. Una vez más el cine en sala oscura y pantalla grande cobra todo su sentido.
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