Quizás estemos ante la temporada con menos dosis de Saul de todas, o mejor dicho, con menos James McGill, ya que, por ahora, el personaje todavía se llama así. Aunque irónicamente es la que más acerca a la versión Breaking Bad de su protagonista, ya que su comportamiento se vuelve más extremo tras los acontecimientos de la anterior entrega. Aún así, queda en segundo plano durante muchos capítulos en los que la historia se centra en otras tramas paralelas encabezadas por Mike y su relación con Gus Fring o por Nacho y su relación con Gus nuevamente.
No es que no sea interesante ver como otros personajes se acaban convirtiendo en quienes vimos en la serie protagonizada por Walter White, pero es que Saul Goodman tiene un carisma irrefrenable, y cada vez que aparece en pantalla todo luce mejor, por lo que se le echa de menos cuando no está, e incluso en algún capítulo especial ni se le ha visto el pelo. Aún así se mantiene la buena dinámica en calidad global, y lo mejor de todo, es que tal y como acaban las cosas se prevé una quinta entrega realmente jugosa.
Mi puntuación: 6/10
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