A la avalancha de superhéroes no podían faltar los adolescentes Power Rangers. Menos infantil que la serie original de los noventa, este caro reboot no arriesga en taquilla y acumula todos los clichés del cine de acción quinceañero: el compañerismo, la incomprensión de los adultos, la rebeldía y la superación personal. Poco más se puede decir de un producto cuya única vocación es prolongarse, algo bien patente en todo momento, en posteriores entregas que irán cayendo si nadie lo remedia. Presentable y bien confeccionada, eso sí, pero sin mayor interés si eres corto en edad o has pasado la pubertad y no eres Peter Pan.
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