Esta película es el claro ejemplo de que el director Steven Spielberg era un maestro creando aventuras sencillas que gustan y entretienen a todo el mundo, algo que ha olvidado con el paso de los años. Sea como sea en este caso nos encontramos ante una hora inicial que parece no aportar nada nuevo al género, con momentos puntuales de suspense e intriga, para dejar paso a una segunda parte brillante en la que el peligro acecha sin descanso, tanto a su magnífico trío protagonista como al propio espectador. El principal artífice de esta sensación es el mítico compositor John Williams, que simplemente con dos notas musicales provoca un nivel de angustia difícilmente superable.
Mi puntuación: 8/10
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