Producida por Kirk Douglas, que se reservó para
sí mismo el mejor papel, es, con toda seguridad, la mejor película de vikingos
jamás rodada. Sobresaliente en su reparto (el mencionado Kirk, Tony Curtis,
Janet Leigh, Ernest Borgnine y ajustadísimos secundarios), magnífica en sus escenarios
naturales, potente en el desarrollo de un guión muy violento y descarnado para
su época y una banda sonora emblemática hacia un bello epilogo que deja en el
espectador la sensación de haber presenciado cine de aventuras en estado puro.
Ya no se hacen películas como esta, que lástima.
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