La
filmografía de Richard Donner la componen largometrajes de géneros muy variados,
la mayoría de dudosa calidad, pero todas con un objetivo claro que suele
cumplir, entretener. Este caso no es una excepción y tirando de magia, amor y fantasía
consigue un trabajo aceptable que se sostiene sobre todo gracias a su pareja
protagonista que con su encanto y desparpajo eclipsa todo lo que se le pone por
delante. Una película de aventuras para toda la familia que quizás con quince
minutos menos de duración hubiera mejorado sustancialmente.
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