Aunque
parezca mentira, dada la calidad del conjunto, estamos ante el largometraje del director catalán
Jaume Balagueró que sirvió como pistoletazo de salida a su brillante carrera
cinematográfica. Sin duda su punto fuerte es una ambientación que te absorbe
desde el primer minuto, con una puesta en escena oscura y sucia y una trama que
pone los pelos de punta la primera vez que la sufres y te perturba aún más
cuando la vuelves a ver siendo conocedor de lo que está pasando y va a pasar.
La cercanía y el realismo de las actuaciones ayudan a implicarse todavía más en
una película que si no te dejara tan mal cuerpo al finalizarla apetecería
revisar más a menudo.
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